Te prometo una cita ideal, adorando la vitalidad .

El suceso tan comentado por todos, al fin había llegado.. Las horas habían pasado lentamente, y los días previos habían sido un martirio. Había decidido poner fin a su historia con Regulus, dado que no podía seguir dejando que la trataran como segunda opción. La espera había sido tortuosa, una vez que había conocido a Lucius como realmente era, también había preevisto como sería su vida a futuro, y realmente no le gustaba, de conocerlo como un tipo caballeroso y educado, había cambiado a ser totalmente frío y malévolo si él quería.

Finalmente, todo había terminado. Ahora, ella era Narcissa Black de Malfoy. Ya no más Regulus, ya no más ese pensamiento en contra de su sangre, ya no más quejas! Ahora, era una mujer, estaba casada. En ese momento, estaba esperando a Lucius, debía pasar la noche allí, y no pensaba en pasar su noche de bodas como cualquier otra mujer esperaba, ya que tenía en mente que no era del tipo del rubio ni él de ella, por lo tanto ninguno sentiría deseo alguno por el otro. Estaba con su fina ropa de dormir, sentada en la cama y observando por la ventana, simplemente pensando y esperando a Lucius. No pretendía nada, pero creyó adecuado esperarlo, estaban recién casados y quizás hablar era algo conveniente.

Había sido un día largo. Por no decir el día más largo de su existencia. Todavia podía sentir la puta corbata ahorcándole. El resto de su vida empezaba ese día y el la verdad no sabía como reaccionar ante ello. Ciertamente cuando vio a Narcissa, aceptó para sus adentros que era bella, pero sin embargo jamás llegó a emocionarse por eso. De hecho, se sentía completamente apresado. Pero ahora había acabado, el día y el circo entero se habían terminado, y esa noche dormiría en la misma cama que Narcissa Malfoy por primera vez.

Antes de pasar hasta la habitación, se dió una larga ducha y luego recogió una botella de wisky de fuego de la colección que allí había. Cuando entró en el cuarto, llevaba sus boxers y un pantalón de dormir por encima. La miró desde el umbral, apoyándose allí, sin saber muy bien qué decir.

Y es que el rubio Malfoy no era feo, en lo absoluto. Mientras concurría a Hogwarts, ella escuchaba constantemente los comentarios sobre Lucius y sus constantes conquistas. Solamente, que su corazón había estado ocupado, y no se había dado algún tiempo como para conocerlo, o algo parecido.

Narcissa ya se había duchado, su cabello estaba seco, y practicamente estaba lista para dormir. Se giró sobre si misma al sentir la presencia del rubio allí. No le dirigió ninguna palabra, simplemente se dedicó a observarlo, observando la situación. - No tienes que dormir conmigo si no quieres .. - Le avisa ante todo caso.

Se ríe un poco de lo que ella dice, no, eso sería desconsiderado y la verdad no tiene nada de ganas de pasar la noche en un sillón y levantarse con dolores en el cuello y espalda. Avanza despues de cerrar la puerta tras de el, sentándose en la cama justo al lado de la rubia. Destapa el wisky y le da un sorbo, antes de acercarle la botella a ella.

Miró con alguna que otra duda su ofrecimiento, sabía como había sido la última vez pero ahora sinceramente ni le importaba, creía que sería algo bueno para aliviar la tensión y el silencio entre ambos, tras la amenaza de él a revelar su secreto, y su lado oscuro que había conocido esa tarde en el vestíbulo, su relación no había sido de las mejores, pero si consideraba el hecho de que eso sería solo la primera vez del resto de su vida, sería bueno una tregua y una llevadera relación.

Acepta la invitación y le da un sorbo al wisky, largo y seco, sintiendo el calor pasar por su garganta, sin chistar ni quejarse, sin alguna mueca o expresión en su rostro, se lo devuelve, observándolo pasiva.

Sonríe un poco, mirándola beber-No creí que viese a Narcissa Black beber del pico nunca..o mejor dicho, Narcissa Malfoy-esto ultimo lo susurra, como si su mente aun se estuviese adaptando a la nueva idea. La observó fijamente, aquella bella rubia, sería su mujer hasta el día de su muerte.

Ella también había pensado en eso, pero.. ¿Qué caso tenía? Hacerse la pudorosa y fina delante de él, ella era muy delicada y educada, todo eso, pero tampoco era como su madre. No se andaba con pretensiones ni demás extremos.

- Hay miles de cosas que no viste de mi .. - Confiesa con sinceridad, a lo largo él las descubriría, jamás habían pasado algo juntos como para descubrirse en verdad y llegar a conocerse, pocas personas se habían dado cuenta que no era la princesa descerebrada que todos esperaban.

Le sostuvo la mirada, sus ojos azules cercanos al mar mantenían el choque con los ojos grises de él, fríos como el metal.

El rubio se recostó un poco, apoyándose sobre sus antebrazos.Si era cierto, ellos no habían tenido oportunidad de conocerse, sobre todo porque ella andaba de incestuosa con el primo Black, y el, ligando por ahí. -Bueno, tenemos tiempo de sobra-comenta, con deje medio amargo en la voz. Era la cruda verdad. A salud de eso, cerró sus ojos para darle un gran trago a la botella, uno que le dejó la garganta ardiendo. Sin hacer muchas muecas, volvió a pasarle la botella a la rubia.

Asiente a su comentario, ahora sí que lo tenían.. Si se lo ponía a pensar, Lucius era el sueño de toda mujer.. Rubio y bellísimo, a la vista educado, caballeroso y muy conquistador, además de que tenía una excelente clase social y familia. Cualquiera quisiera haberse casado con él, y pasar la noche de bodas como era debido, más la luna de miel. Narcissa en cambio, era dulce, refinada y muy educada, era hermosa, con facciones suaves, y también estaba en una excelente clase social, tenía muy buena familia, y estaba bien situada económicamente. Ninguno de los dos podría pedir más, pensaría cualquiera.

Sujeta la botella y le da un largo trago, como si quisiera aliviar algo con aquello. Se la devuelve y se queda mirándolo, como analizándolo. Ella esperaba de verdad que se llevaran bien, no pretendía que alguno de los dos se enamorara o alguna de esas cosas, era algo ilógico e imposible para ambos, pero sería por el resto de los días, quería que se llevaran bien al menos. - Me alegro que haya sido contigo todo esto.. - Confiesa. Se refiere al casamiento, podrían haberle escogido cualquier otro tipo deslineado y poco atractivo, pero con buena clase. Él en cambio, era muy buen partido, y por de más de atractivo.

Frunce un poco el ceño, pronto el alcohol de la bebida comenzará a mostrar sus efectos sobre su cuerpo y eso es lo que el exactamente espera. Dormir con la cabeza afectada, para tener sueños gratos, o por lo menos alejados de aquel tema.
Su revelación le sorprende al punto que enarca ambas cejas. Asiente, en agradecimiento-Si vamos al caso, eres realmente muy bella-halaga, sin un avispo de verguenza, simplemente estaba diciendo la verdad.

Sin poder evitarlo sus ojos bajan un momento hacia su escote. Es hombre, con o sin drama, pero hombre al fin.

Sonríe tenue ante su comentario, a toda mujer le gustaba que le dijeran cosas lindas, y por más que fuera algo mínimo, si era dicho por alguien apuesto, algo les causaría, al menos una pequeña sonrisa. - Gracias .. - Es lo único que dice.

Ella apenas tenía las mejillas enrojecidas por aquel wisky, dándole un lindo color.. Se acomodo un poco más, semi acostada junto a él, recargada sobre sus codos y medio de costado, cómoda. Cuando nota su mirada forma una pequeña y discreta sonrisa de medio lado, Narcissa, era en realidad una mujer muy llamativa y no tenía aires de niña, era muy sensual.

Observa sus movimientos atentamente, antes de dedicarle una pequeña sonrisa.Sus cabeza ya estaba un poquito afectada, por lo menos ya se encontraba menos tenso que momentos antes. El no era el tipo romántico, pero tenía que aprender más sobre ella. Le gustaba complacer a las mujeres, y ella no sería la excepción.

Su mano se acercó y corrió del lugar un mechón que estaba estorbando en la visión de su rostro-¿Cuáles son tus flores preferidas?

Sigue el movimiento de su mano con tranquilidad, frunciendo suavemente los labios y deteniendo su mirada en distintos puntos de él, observadora con los gestos y detalles del rubio. - Rosas blancas.. - Definitivamente eran sus favoritas, siempre la compraban con aquello, aunque en pocas veces le había aparecido el regalo.

Ella no creyó que él tuviera algún tipo de rosa favorita, por lo tanto obvió el responder con la misma pregunta. - Y.. ¿Qué sueles hacer a diario? - Pregunta sólo por curiosidad. - O lo que mejor se te da hacer.. - Agrega inocente con una pizca de picardía perdiendose detrás de esta.

El quidditch, las chicas, los juegos..-comenta, notando esa chispa de picardía entre medio. Sonríe de medio lado, dejando su mano caer un poco por encima de su hombro, apenas apoyándola sobre la rubia.
-Supongo que te enterarás con el tiempo..-

La botella estaba al lado de ella, por lo tanto aprovechó a darle el último trago por su parte para terminar de relajarse y liberar la poca verguenza que le quedaba. - No me gusta esperar... - Se queja casi infantil. - Quiero ver ahora, que es lo mejor que sabes hacer - Lo incita, había escuchado comentarios, y quería comprobarlo. El alcohol la ponía más candente de lo que en verdad era.

Casi y podría reir en ese instante, en vez de eso, optó por seguirle el juego a su esposa. Sonrió de medio lado de manera tentadora, antes de que su mano se deslizara lentamente por su hombro, llevándose consigo el tirante de su camisón y el de su sostén. Enseguida después se acercó a ella, dejando sus labios reposar sobre la piel recién descubirta. Dejó un pequeño beso, y luego otro, acercándose a su cuello.

-Bueno,después de todo...es nuestra noche de bodas..-murmura,antes de enterrarse por completo en su cuello, regando pequeños besos por toda su piel.

Cerró sus ojos cuando posó sus labios en su cuello, haciendo que aquel tacto le produciera cierto estremecimiento, sensación que le gustaba y quería seguir probando que más podía causarle.

Hace una mueca similar a una sonrisa con sus labios pegados, dejándose hacer y acercándose un poco más a su cuerpo, dejándose acostar y llevándolo a él encima de ella, despacio.

Su cuerpo parece encajar a la perfectura con el de la rubia. Se deja llevar, recostándose sobre ella sin hacer fuerza, con ambos brazos a los costados. Sus labios y su lengua ávida siguen trazando recorridos por la sensible piel de su cuello, alternando con pequeñas mordidas, siempre en un ritmo moderado. Por lo menos aún, no se atreve a tocar sus labios.

Con una de sus manos, acaricia su brazo, para luego descender hacia su pierna, apenas rozando su muslo con los dedos.

Su lengua había parecido encontrar el mejor lugar en el cuerpo blanco y de muñeca de la rubia. De a poco su respiración pasó de ser normal, a un poco agitada y acalorada, por como se estaba tornando el ambiente y por sus cuerpos juntos, más sus movimientos.

Su mano izquierda se posó en su cintura, mientras la otra iba desde la nuca hasta por debajo de la cintura con sus dedos, causando un roce con sus uñas, que no lastimaba, rozaba con frialdad, provocándole un encantador estremecimiento.

Las manos de ella comenzaron a rozar su cuerpo, al momento que el se daba el atrevimiento de posar su mano en el trasero de la rubia, retirándose un momento para observarla. Bueno, no estaba del todo mal. De hecho, no estaba nada mal. Tal vez no había sentimientos, pero podría vivir de tan sólo estar con ella unos buenos año.

Su mano comenzó a subir nuevamente, esta vez, buscando un lugar en su escote, abriendose paso con sus dedos entre la tela, despacio.

Siempre le había gustado sacar lo mejor de las cosas, así sea en exámenes, como en un casamiento. Podía intentar hacer que aquello sea hasta agradable para ambos, empezando con una buena noche juntos.

Su mano se atrevió de ir un poco más abajo, por debajo de su pantalón, jugando con el filo de su pantalón y apegando su cuerpo un poco más al de ella, haciendo una leve presión y un provocativo roce.

El chico volvió a acomodarse sobre el cuerpo de la rubia, mientras sus dedos llegaban a colarse debajo del camisón y de la tela de su sostén, encontrándose con la suave piel de su pecho. Apenas con sus dedos, comenzó a acariciarla, de manera lenta, pasiva pero fogosa. Jugó con su pezón entre sus dedos, mientras que su lengua hacía de las suyas en el cuello, cerca de su oído, lamiendo.

Las acciones del rubio hacían escapar de sus labios sensuales jadeos que no se reprimía mucho, aunque aquello estaba tornandose algo lento. Cissa era de lo más femenina y educada, pero en la cama era realmente una perra si ella se lo proponía.

Él estaba teniendo demasiado control sobre ellla, no le gustaba que la dominen. Bajó su mano un poco más, dejándola sobre su bulto, sintiéndolo. Comenzó con leves movimientos por sobre la ropa, atrevida.

Tal vez se lo estaba tomando con demasiada calma. El rubio sintió la mano sobre su abultada entrepierna y enarcó una ceja, mordiendo su cuello con algo más de rudeza. Sus manos terminaron de bajar los tirantes de su camison, dejando el vientre y los pechos bajo el sostén a disposición. Le acarició con ambas manos sin reparo, oyendola jadear, sintiendo como su entrepierna crecía más debido a su mano.

El calor del ambiente crecía, ambos estaban con sus manos ocupadas, y había algo en lo que ella había reparado en un momento: Jamás se habían besado. En ningún momento alguno se había animado en poseer los labios del otro, quizás aquello sería algo más intenso o personal, y lo de ahora era puro sexo. Eran sólo pensamientos suyos, creyó, pero lo había pensado bastante, aunque no sería ella en dar el primer paso. Le parecía algo raro.

Bajó su otra mano llevándola al filo de su pantalón, y con ambas se lo bajó, ayudándose apenas con una de sus piernas y dejándolo semi desnudo totalmente para ella, sintiéndo ahora más cercanía de los cuerpos.